“El médico se ha ocupado de cuidar del hombre, y el veterinario de la humanidad”, decía Pasteur. ¿A qué se refería? «Nuestras competencias veterinarias van mucho más allá de la salud de los animales», afirma la veterinaria.
Ingrid Ramos Suárez, (Santa Brígida, 1976), es veterinaria por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, y junto a un equipo de ingenieros, técnicos de salud pública y de prevención de riesgos laborales y veterinarios forma parte de la nueva empresa FIT Safety, fundada hace dos meses y que recurre a los amplios conocimientos y la experiencia en el manejo de enfermedades en granjas para asesorar, entre otros, a los centros educativos, como el CEIP En Arucas, para que lleven a buen fin las disposiciones del decreto de Sanidad en materia de prevención de contagios.
Al concepto One Health, que habla de una sola salud, la de prevenir, gestionar y controlar las enfermedades de animales y personas para proteger la salud humana en su conjunto.
El veterinario y concejal de Sanidad, Antonio Morillo, del pueblo de Valdecalzada, fue uno de los primeros profesionales que en marzo cerraba antes que nadie el centro de día de la localidad, evitando contagios, aunque también llevándose el apelativo de iluminado. ¿Qué experiencia le lleva a un veterinario a tomar esas decisiones?
Históricamente los veterinarios llevamos muchos años trabajando en granjas y grandes explotaciones, en las que se implementan medidas de bioseguridad, y que son muy similares a las medidas sanitarias que se están aplicando ahora en centros educativos, residencias u hospitales. Son diseños de circuitos para evitar cruces, separación de zonas limpias y sucias, aislamientos de casos sospechosos, cuarentenas de casos positivos confirmados, y en caso de existir, el empleo de vacunas.
Es decir, que en este 2020 el mundo se ha convertido en una inmensa granja…
Igual lo podríamos decir así, pero el caso es que esas medidas son las que siempre hemos venido adaptando, de tal forma que lo que ocurre ahora no nos parece nada novedoso.
Y con virus muy contagiosos.
Sí muy contagiosos, estamos hablando de las enfermedades zoonóticas más conocidas, como la rabia, el ébola, la tuberculosis, o aquellas que se contagian por vectores, como la malaria, o por alimentación como la salmonela. Aquí los veterinarios somos clave para la seguridad alimentaria.
«Los veterinarios hacemos labores de trazabilidad e implantamos desde hace muchos años métodos para evitar la transmisión» Con ese bagaje llama la atención el bajo perfil que se les ha dado a los veterinarios en esta pandemia.
Sí. Se ha pedido desde el principio una mayor presencia veterinaria, con la idea de que hay que repensar la salud pública y por desgracia solo se nos asocia con la salud de los animales cuando nuestra competencia va mucho más allá, como el caso de los trabajos de investigación en laboratorio. O en las propias granjas, donde cuando hay un caso de transmisión directa entre animales, que es un símil de lo que ocurre ahora, los veterinarios hacemos labores de trazabilidad e implantamos desde hace muchos años métodos para evitar la transmisión.
Y es ese el criterio que le ha llevado a usted y a un equipo de profesionales a exportar ese conocimiento a la ‘vida humana’, supongo.
Bueno, formamos hace dos meses la empresa FIT Safety Ingeniería, integrada por veterinarios, ingenieros, y técnicos en prevención de riegos laborales y salud pública a raíz del decreto del Ministerio con los protocolos que se tienen que implantar en los centros educativos. Los docentes se quejan de que no tienen esos conocimientos y nosotros detectamos la necesidad de ofrecerles asesoramiento técnico.
¿Qué trabajo en concreto realizan?
En el caso del colegio En Arucas había avanzado muchísimo en verano. Un trabajo ingente de profesores y equipo directivo que nosotros completamos con apoyo técnico, asesoramiento, la implantación de medidas, y sobre todo, el seguimiento y control.
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